martes, 23 de febrero de 2010

Brooklyn brigde





Ahí estaba yo, acordándome sobre todo de la metáfora de Tony Manero, sabiendo que al otro lado del lado del cual vengo, al otro lado de Manhattan, tiene que haber un mundo distinto, más castizo si se puede usar ese término por estas latitudes, no sé, más noisy, vivo, desordenado... El puente que lleva desde Brooklyn a Manhattan... No viceversa.

Son muchos puentes los que anclan Manhattan al resto del mundo "para evitar que parta a la deriva como una balsa de piedra o un témpano de sueños y codicia" com exagera Alfonso Armada en uno de los libros que me he traído para la ocasión... pero el de Brooklyn es el que tiene más de todo: mejores vistas (vi, con el corazón encogido, muy pequeñita, a lo lejos, elegante, a la estatua de la libertad recién iluminada), mejor ubicación, mejores historias que contar, mejores poemas que lo cantan... Por eso cuando te montas en su lomo, en esa pasarela compartida con los ciclistas que se han ingeniado justo por encima del trajín incesante de coches, sientes algo raro, algo así como: "hooostiaaas". ´


Antes de que Alfonso Armada me sugestionara con su precioso episodio dedicado al Brooklyn brigde (lo leí cuando ya volví a casa) me puse a mirar Manhattan desde la otra punta. La foto que muestro, que está hecha con mi cutrecámara, es un ejemplo pequeñín de lo que se ve. El caso es que lo primero en lo que pensé es cómo se vería desde ahí el desastre del 11-S, qué sensación deberían haber tenido las personas que pasaban por ahí tranquilamente o estaban de turismo o de medioturismomediotrabajo como yo o no sé, simplemente paseando el perro o el bebé... Brutal. Luego Armada lo adorna en su libro y cuenta que le pilló por allí y que creyó que estaban bombardeando la ciudad y vio a la gente correr hacia todas partes despavorida, cubierta de polvo blanco y que se acordó de las imágenes del acorazado Potenkin de igual manera que lo hiciera años antes Bacon para plasmarlo, tan descarnado, en las caras de espanto de muchos de sus cuadros...

Y por supuesto, allí arriba me acordé de Tony Manero andando por la 86 de Brooklyn con su lata de pintura en la mano, comiéndose su pizza fiada, bailando en cada paso, tan guapo, tan garrulo, tan impresionante... Luego allí abajo con la señorita Mangano, mirando el puente mientras soñaba con pasar al otro lado, pero pasar de verdad, dar ese salto que sabía que tenía que dar... Porque él era alguien distinto... Alguien GRANDE, tocado por el talento... ¡Qué película más grande! Fue emocionante estar allí arriba.


Y para terminar, unos versos de Vladimir Mayakovki, poeta ruso:


...Como el pintor

en la virgen del museo

clava su ojo,

enamorado y agudo,

así yo,

desde el firmamento

plagado de estrellas,

miro

a Nueva York

desde el puente de Brooklyn...


Precioso el verso en negrita... Se os quieeere!!

1 comentario:

  1. si mirando la foto te parece impresionante, cómo debe ser verlo allí...se entiende lo de ostiaaaaaaa!!!...grande cronista neoyorquino. sigue dándonos pistas a los pueblerinos...abrazooooo

    ResponderEliminar