lunes, 25 de julio de 2011

VERANEANDO EN LA VILLA




Ni Tailandia, ni Atienza, ni Leeds, ni el Doñana... Otra vez han tenido que ser los veranos de la Villa los que me han hecho recaer encá prada... Madrid tenían que ser, recortado el perfil de la ciudad desde el otro lado del Manzanares, que por cierto está muy guapo y muy chulapo ahora que lo han rodeado de césped, playas artificiales (aquiii no hayyy plaayaaa! Vayya vayyaa!!) e incluso chiringuito (más de un amigo/a que vive en la costa se ha mofado ya de los “madrileños”, entre los que me incluyo un poquito, con permiso, de eso de tener chiringuito, que suena como muy gracioso…). De verdad que está guapo y “arreglaito” el Manzanares ahora, merece la pena pasear por sus orillas y cruzarse las presas y los puentes tan elegantes que le han “hilvanao” a su alrededor. El caso es que ahí de nuevo la silueta majestuosa de Madrid desde el escenario de Puerta del Ángel, una joya de escenario con cervecitas y buena música, uno de los planazos de este Madrid veraniego “con chiringuito” (no os riáis más, por favor…). Mi terraza (otro oasis playero más de interior) no se ve en la silueta pero sí las torres de los que mandan: la Almudena (Dios), los edificios de Plaza España (patria) y Palacio Real (rey). Hay que añadir a otro poderoso, y tanto, con muy poca vergüenza como todos los que se dedican al lucrativo negocio de “robo consentido” que es la telefonía, me refiero por supuesto al edificio de Telefónica de Gran Vía, con su reloj rojo de burdel… Y nada, con esas vistas a un lado y cayendo la noche muy poquito a poco, nos vimos otro conciertazo más de ese ciclo encubierto de viejas-glorias-grandes voces femeninas que el ayuntamiento de Madrid viene haciendo estos años en los veranos de la Villa. Si el año pasado lo “flipamos” con Patti Smith y la O´Connor (véanse entradas previas en el blog), ahora le tocaba a la Cyndi Lauper… ¡Biieeeen!! La tía salió al escenario como un torbellino y no paró hasta el descuento, cerrando con True colors en plan acústica, con homenaje sentido a “todas las catástrofes”recientes… ¿Oslo? ¿Amy? No especificó. Lo dejó en el aire flotando, con elegancia. Inesita y yo esperábamos ansiosos que la Cindy se pronunciara en este dolor compartido entre Noruega y Amy. Que cantara incluso algún tema de la diva del soul. Las dos tragedias nos caben en el corazón, no hay que avergonzarse por sentir las dos penas a la vez y más a los que nos enamoró desde el principio esa niña perdida con voz insuperable que era Amy, ese “icono” como dice mi compañero y cada vez más amigo Pablo durante nuestro homenaje personal a la diva Winehouse (con altarcito incluido) durante la última guardia. El caso es que Cyndi Lauper no dijo nada concreto (aunque quise creer que sí de manera indirecta), el público tampoco enarboló (enarbolamos) ninguna pancarta ni bandera ni camisetas de Amy pero la verdad es que nos quedamos todos cortos en cuanto a homenajes porque la cosa se lo merecía, se merece más, esto que nos ha pasado (así lo digo) es de mito, de Historia con mayúscula. Ha sido nuestra Janis Joplin…Es verdad que tuvimos los de mi generación a Cobain también. Este ha sido otro palo histórico (Michael Jackson mediante). Pues nada, la Lauper iba y venía por el escenario con una voz impecable, dirigiendo toda la banda de blues men de Memphis, porque ahora se dedica, porque ella lo vale, al blues. Y lo hace perfecto, como solo las grandes pueden hacerlo. Llevaba un guitarrista cortao con las mismas tijeras que Chuck Berry, un batería negro mazao, un pianista blanco y soso, un organista negro, pelo afro y bestial y un señor mayor con armónica que la lió, con una presencia de bluesman grande entre las grandes… Fue el único que se quedó al momentazo True colors al lado de Cyndi. Y cómo se entregó la tía, se metió en las gradas a cantar en medio de toda la gente, que lo flipaba (saliendo del escenario pasó a escasos centímetros de mí!!!), se movía siempre al justo compás de la música, parecía como si le hubieran atado unos hilos a todas y cada una de sus articulaciones y con sus movimientos hiciera moverse a su vez a los músicos, a cada acorde, a los focos, a nosotros mismos que la mirábamos atónitos… Por supuesto, una de las causas por la que fuimos a verla y lo que lo hizo todo más emotivo fue por culpa de la pasión que la Mercedes, la madre, sentía por Cyndi. Nos desahogamos bastante en Girls just want to have fun y otros clásicos, cuando Cindy volvió desde lo más profundo de Memphis a su territorio popero-ochentero-Goonies… Y nada, entre cervecita y cervecita, entre emoción y emoción, la noche iba cayendo y nosotros tan contentos y tan tristes a la vez, echando de menos a los que faltan, dando gritos de felicidad por poder disfrutar todavía de torrentazos de talento como los de la Cyndi, que sigue viva, muy viva… y coleando!! Han pasado muchas cosas, Tailandia, Atienza, Doñana, Leeds... pero hasta estos veranos de la Villa no ha habido tantas ganas de escribir...

Y nada, el martes vamos a ver al Eli… otro que tal “baila”.